Andamos escasos de publicaciones que realmente ejerzan la crítica arquitectónica, y son aún menos las que se ocupan de la vivienda como parte fundamental del trabajo de los arquitectos, pese a que estamos hablando del 'producto' que más esfuerzo nos consume y que más condiciona la calidad de vida de las mayorías. Abundan, eso sí, las publicaciones que se dedican al aplauso, que no ejercen la crítica sino la censura previa: primero del autor y luego de la obra; superados los filtros tan sutiles como cambiantes de lo políticamente correcto, el panegírico está asegurado en papel cuché..
Hay otras arquitecturas que se mueven en terrenos residuales, desterradas de las geografías acotadas para el ejercicio ortodoxo de la profesión, que me permitiré denominar arquitectura sin aplausos para diferenciarlas de la arquitectura sin arquitectos.
Arquitecturas sin arquitectos no son sólo, aunque también, los bellos contenidos de las exposiciones del Museo de Arte Moderno de New York primero o de la itinerante que partió del Pompidou hace dos décadas; las realizaciones de tierra que puso en la palestra internacional el egipcio H. Fathy; la autoconstrucción andina divulgada por J. Turner en "Todo el poder para los usuarios"... Sin arquitectos, y no porque los necesitados rehusen sus servicios se construyen hoy la mayoría de las soluciones habitacionales del mundo que no alcanzan la calificación oficial de vivienda. Estamos en condiciones de asegurar, conforme a datos recientes de la CEPAL, que en Latinoamérica, cuatro de cada cinco de las construcciones que se ejecutan en este momento, no cuentan con la participación de ningún tipo de técnico titulado. Parte de esta ingente actividad edilicia conforma la arquitectura sin aplausos, y pese a su innata incongruencia, pedimos el aplauso para algunas de sus prácticas y protagonistas que día a día llevan a término profesionales poco adictos a las pasarelas. Ni tan siquiera se les vio el pasado año en la Bienal de Venecia sobre "La ciudad: menos estética y más ética".
Pese a la fluidez de la información mundializada, no se divulgan los resultados de los que buscan soluciones plausibles para contextos inmersos en necesidades agobiantes. A ellos se refería el colombiano Alvaro Ortega en "Prearquitecturas del Bienestar", al asignarle a estos arquitectos como primera prioridad la tarea de administrar recursos ajenos escasos, 'como buenos padres de familia', mediante la materialización de soluciones capaces de resolver necesidades con medios exiguos. El reto de construir viviendas con los presupuestos de la pobreza no es baladí. ¿Que no es Arquitectura...?, puede que hasta tengan razón los que así opinan. Víctor Pelli, con décadas de excelente docencia y práctica en este oficio invita a no entrar al trapo: "... si bien puede ser discutible si es o no es Arquitectura lo que se construye y lo que se hace para resolver la pobreza habitacional, de lo que no hay duda es de que en este trabajo hacen falta arquitectos".
No faltan excelentes ejemplos de esta arquitectura sin aplausos. Entre los que destacaríamos el trabajo persistente de Horacio Berreta desde su Córdoba argentina, a la cabeza del Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE) con treinta años de actividad. Los vientos que arrecian en las últimas décadas - sin esperanza alguna para acometer el asalto a la pobreza- nos llevan al convencimiento de que ni hay ni habrá vivienda para todos en el creciente Tercer Mundo. Tampoco en la exuberante pero diezmada Argentina; es por ello que Berreta construye viviendas semilla. No son viviendas acabadas, pero sí proporcionan seguridad y habitabilidad básica. Son soluciones con levadura de dignidad incorporada desde su gestación en el proyecto constructivo, para crecer y mejorar pausadamente, al ritmo de los convulsos y magros ingresos familiares. También ha conseguido Berreta en la práctica, no las utopías del 'best seller' de Koolhas, sino materializar en la práctica otras utopías, por ejemplo, hacer que los techos destinados a paliar las emergencias se transformen, cuando el desaste amaina, en gérmenes de viviendas duraderas.
¿Cómo se alojan los 3.000 millones de nuevos habitantes en los que se ha incrementado la población mundial entre 1970 y el año 2000?. ¿Cómo viven?... poco se sabe y pareciese que no es tema prioritario de una profesión con práctica exclusividad sobre el hecho constructivo. Se tiene certeza de dónde están el 80% de los nuevos habitantes -2.400 millones- que han incrementado los países del Tercer Mundo. A la pléyade de excelentes arquitectos sin aplausos latinoamericanos, sí les preocupa el hambre de alojamientos que padecen millones de compatriotas. A su solución apuntan: la magistral utilización que de la 'argamasa armada' hace el arquitecto Lelé en el mejoramiento de favelas en Brasil; la sintonía entre función-forma-materiales de las realizaciones que nos legó el ingeniero uruguayo Dieste; los generosos resultados formales con presupuestos escasos de los condominios del chileno F. Castillo; la equilibrada dosificación proceso/producto de las realizaciones del CEVE; la vigencia del adobe en las construcciones del peruano J. Vargas; las viviendas en pendientes escarpadas de 'caña guadua' del colombiano O. Hidalgo; el salto conceptual aportado en la práctica por el mejicano C. González construyendo viviendas en las que priman los metros cúbicos: `volumen máximo, costo mínimo'; las técnicas de industrialización 'posible' puestas en el mercado venezolano por el ingeniero J.A. Peña;... ellos, sí hacen suya la reflexión de Camus, "... ya no estaremos nunca solos. Debemos saber, por el contrario, que no podemos evadirnos de la miseria común, y que nuestra única justificación -si es que tenemos alguna- es hablar, en la medida de nuestras posibilidades, por los que no pueden hacerlo". Piensan que su justificación profesional está en actuar en la medida de sus posibilidades a construir con los que no pueden hacerlo.
Tenemos fundadas esperanzas, cimentadas en nuestra experiencia docente en habitabilidad básica en la ETSAM, en la predisposición de algunos jóvenes arquitectos por esta manera de entender la profesión. Unos por generosa solidaridad, otros, por el lúcido análisis de que los aplausos en la arquitectura se dispensan en círculos reducidos y excluyentes.
Artículo de Julian Salas Serrano
No hay comentarios:
Publicar un comentario